domingo, 10 de abril de 2011

con locura me pierdo!




Dibujar su inicial en los apuntes, los libros, incluso en tu mano. Sonreír cuando te hablan como si fuera lo más gracioso del mundo y decir “¿de quién?” irónicamente a la pregunta “Te veo diferente ¿te has enamorado?”. Obsesionarte con las llamadas perdidas, su voz, sus mensajes interminables, y las despedidas aun más largas. Creer que su olor ha de formar parte de cualquier molécula de oxígeno que inspires, que sus pupilas y su iris van a acabar de trastornarte. Y es entonces cuando llegas a la conclusión de que ya estás perdiendo la noción de la cordura básica.

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